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jueves, septiembre 17, 2009
Historias de radio...
Jueves 17 de septiembre. Dejo la pista del parque El Paraíso y me embarco en el vehículo. Faltan quince minutos para las ocho de la mañana y sintonizo en FM una emisora 1.200 en el dial. El locutor anuncia la visita en el estudio de un "señor colombiano" al que le pregunta ¿Cuál es su nombre y qué tiene para contarnos?
El colombiano -su acento es inconfundible- dice que es un refugiado, que lleva a su hijo a operarle "de las vistas" en Santiago de Chile, que momentáneamente está en equis hotel y que necesita dinero. Que el día anterior, por denuncias de la Fundación Vida, unos guardias agredieron e insultaron al chico: "hijueputa por qué no te regresas para tu país", dice que le dijeron.
El entrevistador intenta retomar el control luego que el colombiano espeta más ofensas contra la Fundación y los guardias. El entrevistador -realmente no me imagino qué filtro debe pasar una persona antes de sentarse frente a un micrófono a denunciar cualquier cosa- se limita a repetir, "sí señor, efectivamente usted es un refugiado".
Luego de despedir al colombiano -sin confrontar con la Fundación Vida- el entrevistador anuncia que "ahora pasamos al mayor parque de diversiones del mundo: Disneylandia". Al otro lado del hilo telefónico una voz anuncia que "si llama al siguiente número -repite una serie muy larga- y nos dice cuántos sobrinos tiene el Pato Donald, le regalamos un tour por Disneylandia; además si está entre los diez primeros se va para el Caribe a un crucero espectacular, y puede además extender su estadía en los Estados Unidos una semana más, con todos los gastos pagados, en Miami".
El entrevistador nunca lo dijo, pero se trataba de "un espacio contratado", tal como lo comprobé en una edición posterior del mismo noticiero. Tampoco se aclaró que quienes llamen deberán pagar una especie de impuesto, ni que para viajar hay que cubrir todos los gastos administrativos. Además todo depende de si la Embajada le otorga una visa. Si le niegan, pierde lo invertido.
Ya molesto y en casa ingreso a la ducha donde sintonizo otro noticiero de radio. El intento de los entrevistadores -ahora dos- por impostar la voz, son evidentes. El entrevistado es un padre de familia que exige un nuevo examen a las alumnas de un colegio femenino de la ciudad. El enfurecido padre es "bandera desplegada" de las alumnas que quieren dar un nuevo examen para ver si en esta oportunidad logran demostar que aprendieron algo -o que pueden finalmente copiar al profesor. Todo a pesar de que hace dos semanas inició el nuevo año lectivo.
El entrevistado acusa "a las autoridades del colegio por recibir a tantas alumnas; por no haber controlado ese ingreso", y culpa al rector de las pérdidas de año. Los entrevistadores, más preocupados por impostar la voz, no llaman al acusado, tampoco refutan al enfurecido padre. Solo se limitan a asentir todo lo que él dice y a fingir la voz.
Vuelvo a mi vehículo y parto al dentista. Sintonizo nuevamente los 1.200 de FM y el entrevistador del caso colombiano da "el pase" a uno de sus periodistas que fue a constatar una protesta estudiantil. El periodista, tras citar a un dirigente, recita una suerte de columna de opinión personal improvisada que remata con: "y no se preocupen amigos ayentes, pues le he dicho que proteste, pero que no provoque desmanes".
¡¡Qué alivio!! el peridista ya abogó por la solución de nuestros males. Bendito seas, digo a mis adentros, más molesto y casi sintiendo el taladro en mi molar.
El entrevistador da un "nuevo paso" a otro de sus reporteros. Desde el patio central de la escuela Luis Cordero el periodista dice:"así es amigos oyentes, efectivamente hemos podido confirmar que hay una sospecha de un niño con la gripe AH1N1..."
¿Confirmar que hay una sospecha? Me digo extremadamente molesto. ¿Cómo se puede confirmar una sospecha? ¿Confirmó que se dice por allí...? ¿Confirmó que sí hay un chisme sobre...? ¿No debía despejar la duda, la sospecha, el chisme antes de salir al aire, en lugar de confirmar que hay una duda, una sospecha, un chisme?
¿Me explico?
Solo el inclemente taladro penetrando en mi molar inferior me ayudó a olvidar esa serie de historias de radio llenas de improvisación, falta de ética y ausentes de rigurosidad profesional. Ahora temo que, cuando acabe el tratamiento, ya nada lo suficientemente doloroso y traumático como un dentista me ayude a soportar las nuevas historias de radio.
Y usted ¿qué opina?
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