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lunes, junio 29, 2009
Las fuentes
Solía decir el maestro, en referencia a las fuentes: "si tu mamá dice que te quiere, comprúebalo".
Se me viene a la memoria la cita, tras un taller sobre la Radio Pública del Ecuador, RPE, al que le llamaron "rompiendo el molde". Interesante ejercicio, aunque incompleto por la propia actitud de la mayoría de invitados -líderes sociales, gremiales y otros- que se fue luego del café con empanada de carne.
Giovanna Tassi, directora de RPE, defendió, en medio del debate sobre el papel de las fuentes, sus prerrogativas para vetar las voces de actores políticos como Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil, o Lucio Gutiérrez, ex presidente derrocado, ante los mocrófonos de la RPE. "A ellos no los invitaría nunca", dijo la señora Tassi.
Y el problema, según ella, es que los dos actores políticos, como fuentes, nunca han dicho nada constructivo frente a un micrófono. Y el problema no es ese, me digo yo, sino el hecho de ponerles el micrófono sin ningún libreto preconcebido, sin ninguna agenda, sino por el simple acto de abrir el micrófono para llenar un espacio, para que ellos digan lo que les parezca. Y ese es un verdadero problema del oficio, de los malos hábitos del oficio.
No creo que la solución esté en no ponerles el micrófono, sino en tener un argumento previo, una investigación previa sobre el tema a tratar. ¿Para qué voy a ponerle el micrófono a tal o cual fuente? Más si se trata de políticos hábiles con la especulación o el insulto. Que Nebot o Gutiérrez digan lo que les parezca es porque existen "periodistas" funcionales a sus intereses, o simplemente despreocupados de la rigurosidad con la que se ejerce el periodismo.
Entonces la solución no es negarles su derecho de acceder a los micrófonos -más si son de un medio público- sino de trabajar en el libreto. Personajes como Nebot y Gutiérrez tienen mucho que decir -a manera de rendición de cuentas-, el problema está en quién se pondrá del otro lado del miocrófono: un periodista funcional, uno improvisado o uno preparado. Está en comprobar todo, con la rigurosidad que significa comprobar hasta el amor maternal que nuestras madres nos profesan.
Allí está el detalle.
¿Y usted qué opina?
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