¡El periodismo es una actividad de 25 horas al día! La alerta que con frecuencia repetía nuestro maestro servía para recordarnos que, a diferencia de otras profesiones, los comunicadores no perdemos esta condición luego de “timbrar” la tarjeta al terminar la jornada laboral –que nunca fue de menos de 12 horas–.
Así, nos enseñaba a ver periodismo, a oír
periodismo, a respirar periodismo, a vivir en y del periodismo. Y con igual
insistencia, nos exigía cuidar el equilibrio.
Aprendimos que como reporteros no podemos
abstraernos de lo que decimos o hacemos, en público o en privado. Que nuestros
afectos o desafectos por el cine, la lectura, el teatro, la crítica, los
ensayos, el debate de cafetín… también bosquejan el tipo de personas que somos.
Condenados a ser esclavos de lo que decimos, en público o en privado, sin
desdoblamientos o vidas paralelas: conminados a “vivir en casa de cristal”,
como advierte el preludio del manual de estilo de un diario colombiano.
Estos principios, que para los actuales
tiempos de revolución pueden parecer arcaicos –al menos así lo demuestran los
medios incautados– están plenamente vigentes y deben extenderse al perfil
virtual de los comunicadores: sus redes sociales.
Twitter y Facebook se han convertido en dos
herramientas indispensables para los comunicadores sociales, de las que no solo
deben estar pendientes, sino ser actores permanentes en su rol de informadores
y formadores de opinión pública.
A propósito, el sitio
clasesdeperiodismo.com, de la peruana Esther Vargas, nos ilustra en una breve
entrada tres ejemplos de cómo los periodistas debemos participar en redes: las
cuentas de Facebook de Nicholas D. Krsitof, columnista del New York Times;
Chris O’Brien, columnista de negocios de San José Mercury News; Christiane
Amanpuor, de ABC News; todos dedicados a promocionar su trabajo, midiendo con
precisión milimétrica el alcance de sus comentarios. Y no es que todo lo que
venga de fuera es mejor, sino que aún convivimos en un país rezagado en cuanto
a niveles de acceso a internet en Sudamérica: apenas cuatro millones, de los
14,3 millones de ecuatorianos, conocen o han accedido a la red, según datos
publicados esta semana.
Si estamos en medio de todo un proceso por
disminuir la brecha digital de la que dan cuenta las cifras, es mejor empezar a
trazar la cancha para cuando pasemos a ligas mayores: en las redes sociales de
reconocidos periodistas ecuatorianos han pasado falsas noticias, como el
accidente del futbolista ecuatoriano Cristian Noboa, del Rubin Kazan; los
retuiteos de la muerte de Florinda Meza, la recordada Doña Florinda de la serie
El Chavo del Ocho y del vocalista de Soda Stereo, Gustavo Cerati; hasta
convocatorias para aprovisionarse de licor ante la inminencia de una ley seca y
enfrentamientos verbales muy subidos de tono. Rigurosidad periodística y ética
ausentes.
¿Esta versión virtual de lo que hacemos y
decimos construye también el tipo de persona –y en consecuencia el tipo de
periodista– que somos? Irrefutablemente sí.
Cuando acudimos a una cobertura, utilizando
los recursos del medio para el cual trabajamos, ¿debemos saltar con la
“exclusiva” en nuestras redes, antes de hacerlo en las redes de la empresa?
Elementos de un debate pendiente y urgente
entre cultores del oficio, que no puede postergarse más.
Artículo publicado en EL UNIVERSO
Varias sugerencias se han formulado para
que los comunicadores sociales trabajen en redes:
¿Pueden afectar las opiniones de un
periodista en redes sociales al medio para el que trabaja?
Patrícia Ventura | octubre 19, 2012
El incidente que protagonizó un colaborador
del New York Times ha hecho que el diario recuerde a sus periodistas que
cualquier comentario público que realicen puede afectar a la reputación del
medio y, en una nota publicada en su web, recuerda lo que dice el código ético
periodístico del Times -anterior al surgimiento de las redes sociales- con
respecto al trato con los lectores:
“Tratamos a nuestros lectores de forma
conveniente tanto en público como en privado. Se espera que cualquiera que
trate con los lectores se adecue a este principio, teniendo en cuenta que los
lectores son nuestros empleadores. El civismo se aplica en persona, por
teléfono, por carta o en línea”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario