El tuit no sorprendería si es que su autora fuera otra
persona. Pero no, lo redactó Suany, estudiante de periodismo en la universidad
pública. Digo, el tuit sorprende porque es una estudiante muy crítica,
documentada, inteligente.
De lo que se trata, entonces, es de entender el sentido de
la disposición: diferenciar los contenidos entre lo que es publicidad comercial
e información pública. Incluso, la diferencia con las relaciones públicas y la
propaganda. Y esto está en el ámbito de la comunicación social, y tiene que ver
con la transparencia y responsabilidad con el público.
¿Han escuchado últimamente una transmisión deportiva,
especialmente de fútbol? Se la puede interpretar en cifras: un periodista de
radio –muy profesional, indiscutiblemente– contaba que su emisora acepta “solo
30 anunciantes para la transmisión en vivo de cada partido del campeonato
nacional”.
A cada anuncio se lo conoce como mención: una modalidad en
la que el propio periodista –estrategia de los marketineros para apropiarse de
la credibilidad del comunicador en beneficio de sus productos– da lectura de
las propiedades o presuntos beneficios de su cliente. Según la fuente, cada uno
de los 30 clientes tendrá diez menciones a lo largo de los 90 minutos del
partido; cada mención promedia 16 segundos.
En otras palabras, y con un breve cálculo matemático,
concluimos que en un partido de 90 minutos, sin descuentos, los 80 minutos
estarán dedicados a cumplir con las 10 menciones de 16 segundos de cada uno de
los 30 anunciantes que “como máximo” se permite por partido la radioemisora en
mención.
¿Cómo lo hacen? Camuflando publicidad con información: que
el jugador tal metió gol porque limpia su coche en la lavadora cual. Que el
arquero mengano tapa los disparos directos porque come en el restaurante de
sutano. Y así, una serie de transgresiones que terminan confundiendo
información con publicidad. Y engrosando los bolsillos de unos pocos.
Este problema no es exclusivo del ámbito deportivo. Ocurre
también en la información común, cuando, por ejemplo, un comunicado de prensa
(comunicado oficial con la intención de beneficiar a una institución o persona)
se lo publica sin verificación o contrastación. Este puede tratarse incluso de
un problema inconsciente, pero cuando es consciente, cuando intencionalmente se
borran las distancias o se diluye aquel marco que encierran las publicidades
comerciales en los diarios, entonces sacrificamos nuestra credibilidad.
Recuerdo a aquel exalcalde que se disgustaba por la negativa
a su intento de contratar un publirreportaje, pero con la condición de que no
salga como publirreportaje sino como información del periódico: que sea el
medio de comunicación quien cuente las “importantes obras” de su gestión,
aunque para que lo haga deba pagar a cuenta de que es su derecho contratar
espacios en los impresos.
Por eso es necesario diferenciar los espacios publicitarios
de los informativos: porque la información es un derecho público, y la
publicidad tiene finalidad de lucro. Porque el derecho al acceso a la
información, y la responsabilidad con la que los medios la ofrezcan, no puede
aprovecharse con fines de lucro.
Porque, estimada Suany, aunque nos moleste el ruido, ya era
hora de ponerle el cascabel al gato.
Artículo publicado en EL UNIVERSO
Artículo publicado en EL UNIVERSO
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