miércoles, mayo 23, 2007

¿Periodismo nacional o periodismo de provincia?

Ramón Barreras Ferrán

Fue quizás la sapiencia de Luis Sexto, la agudeza mental de José Alejandro o los argumentos de Víctor Joaquín los que influyeron definitivamente para que me decidiera a escribir estas líneas. Pero eso lo explicaré al final.
Nunca me ha parecido bien que en el Noticiero Nacional Deportivo exista una sección titulada “Desde provincias”, con las informaciones procedentes de cualquier parte del país, menos de la capital. Y me he preguntado: ¿ Ciudad de La Habana no es una provincia? ¿O es que hacen predominar la consabida disquisición entre lo estrictamente nacional y lo estrictamente territorial, sólo a partir del sitio donde se genere? Realmente no encuentro adecuada la clasificación.
Está también el tema –y la polémica— de los enviados especiales. No de los que salen al extranjero a darle cobertura informativa a hechos diversos, sino a los que las direcciones de los órganos mandan a las provincias del país desde las redacciones centrales cuando ocurre un hecho de trascendencia (léase huracán, visita de alto nivel, inauguración de obras…), a pesar de que en la mayoría de ellas (para no decir en todas) funcionan corresponsalías con periodistas y fotorreporteros capaces. Y eso ocurre también ahora con los municipios, en muchos de los cuales hay emisoras radiales y corresponsalías de Televisión. La historia se repite. Los agraviados antes por la llegada de “los nacionales”, en ocasiones inesperada y sin previo aviso, agravian ahora a “los municipales”. A nadie, absolutamente, le agrada que lo menosprecien profesionalmente o le impongan decisiones sin el elemental sentido de la persuasión, tan socorrido desde hace mucho por los estudiosos de la Comunicación.
Y no miro el asunto desde la óptica estrictamente territorial y mucho menos con celos baldíos, pues tuve la oportunidad de laborar durante quince años en un periódico nacional y me siento muy a gusto en mi periódico cienfueguero. Es que resulta absurda la diferenciación, ese tipo de límite, de clasificación entre lo estrictamente capitalino y lo del resto del país.
Hay naciones en las cuales muchas redacciones de los medios de difusión con alcance o circulación nacional están en ciudades del mal llamado “interior”. En Centroamérica, por ejemplo, conozco varios.
Cuba tiene la singularidad de tener un periódico en cada provincia, incluyendo al municipio especial de la Isla de la Juventud, y emisoras radiales y telecentros de TV, y han comenzado a proliferar las plantas de carácter municipal, como materialización de un principio básico de los procesos comunicativos: acercar cada vez más los mensajes --y algo muy importante: la cultura-- a los receptores.
Pues me atrevo a asegurar, sin temor a la equivocación, que en ese mal denominado “interior del país” (¿dónde se encontrará el exterior?) se hace un periodismo de altura, similar o superior en ocasiones al de medios de alcance nacional. Porque en el caso cubano, el periodismo es uno, con características de identidad muy sólidas, apegado a la creación y a lo más genuino del arte, y fiel y revolucionario hasta los tuétanos, como el pueblo mismo.
No son pocos los festivales y concursos en los cuales los lauros mayores van a parar a manos de creadores que laboran en los medios con alcance o circulación provincial, sencillamente, porque el tamaño del espectro no determina el resultado. El Premio Primero de Mayo-2007, convocado por la CTC, fue muestra fiel de ello. “Dondequiera cuecen habas”, y hay periodismo bueno y malo lo mismo en un órgano de prensa territorial que nacional.
Es cierto que en la conciencia humana y sobre todo, de los que evalúan es muy difícil influir de manera definitiva con algunas líneas de opinión, como éstas, porque el convencimiento es una acumulación de mensajes, como bien establece la Teoría de la Comunicación. Pero sería saludable, a la hora de considerar lo que se hace en términos periodísticos, diferenciar menos y no establecer estigmas geográficos.
Soy de los que piensa que el periodismo cubano tiene tantas virtudes y defectos como cualquier otro, y hasta me inclino a afirmar que desanda caminos acertados en varias direcciones, superiores incluso, en su concepción y materialización, al de algunos países del área con más recursos materiales y financieros.
Y recientemente, Luis Sexto, “Pepe” Alejandro y Víctor Joaquín me lo ratificaban en una animada charla. Ellos, con una basta experiencia en la profesión, conocedores de lo que se hace a lo largo y ancho del archipiélago porque lo recorren en actividades, encuentros, conferencias y talleres, afirmaban que en muchos medios provinciales se está haciendo un periodismo que descuella por la calidad y marca pautas profesionales.
Nuestro periodismo es sencillamente cubano, independientemente donde se genere. Por tanto, no resulta válido –ni lo será nunca— establecer una diferencia conceptual tan marcada entre lo nacional y lo provincial.

lunes, mayo 14, 2007

En El Norte se desnuda a Daniel Samper Ospina



¿Un taller sobre crónica? ¿Y qué puedo enseñar yo sobre crónica, cuando sobre este género hay muchos maestros en el país?
Fueron dos de las reflexiones que me vinieron inmediatamente después de la invitación de mi amigo Rubén Darío Buitrón para hablar sobre este género periodístico en el diario El Norte, de Ibarra, donde actualmente se desempeña como asesor editorial.
Tras revisar alguna bibliografía, fui a Ibarra y tres días después tenía una sensación de haber aprendido más sobre crónica, en una especie de reflexión colectiva sobre el oficio.
Una de las grandes lecciones fue que debemos creer más en nosotros mismos, que con autocrítica y disciplina podemos llegar a hacer un buen periodismo (no solo crónicas) desde cualquier trinchera en la que nos encontremos. Y un ejemplo de ello fue el ejercicio que hicimos con un texto del periodista colombiano Daniel Samper Ospina, director de la revista SoHo. Su crónica La Habana en una jinetera, fue tomado para la lectura colectiva sobre cómo incursionar en este género. Al final la conclusión fue diferente:.

Veamos:
- Es un texto muy bien logrado, que transmite muchas sensaciones y graficas varios escenarios.
- El respeto por el idioma es de una limpieza ejemplar. Denota dominio por parte del periodista.
- El periodista está suficientemente documentado. Es decir, no solo escribe bonito, sino con solvencia.

Pero…¿Samper Ospina conoció verdaderamente a Magally, la jinetera de la historia? Pues en el grupo de periodistas del diario El Norte, no todos estaban convencidos: algunos motivos.
- La diferencia del tono descriptivo entre Magally y la Habana, es diferente. “Se nota que realmente recorrió Habana la Vieja, pero está distante de Magally, la jinetera, con quien es más duro”, fue una conclusión. Ejemplo: (Sobre Magally) A esta mujer no hay que hablarle. No hay que decirle nada. Sin mayores pretensiones eróticas, cuando esta mujer está con el cliente hace un trabajo mecánico, parecido al de doblar una camisa…(Sobre La Habana) El sol les cae por encima y todas esas casas gigantes y viejas, carcomidas por el tiempo, pero alumbradas todavía por el color que alguna vez tuvieron, se ven grandiosas. Están impregnadas de una nostalgia insoportable.
- Ciertos datos no concuerdan. La descripción casi fotográfica de: Es de tener en cuenta que la selva del pubis le rebosa el borde de los calzones. Que tiene poblada las axilas; está divorciada de lo que muestra la fotografía: un cuerpo lampiño.
- Me contó todo esto durante dos horas y luego, con la noche ya entrada, se fue calle abajo: esta mujer, Magally, que tiene 19 años, y sueña con Brad Pitt, y abre los ojos mientras la descosen por dentro sobre una cama vieja y oxidada. Este es el último párrafo y se armó un debate que llegó hasta lo ético: al final ¿se acostó con la jinetera? ¿Era necesario para vivir a fondo la crónica?

Interesante discusión de los entrelíneas de un artículo publicado en la revista SoHo, al que usted también puede sumarse ingresando a
http://www.soho.com.co/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=5208
y luego dándonos su opinión.