martes, diciembre 08, 2009

La vida de Vicente Tello es la fotografía


Por Giana Morocho

Las películas en blanco y negro que llegaron al estudio Ortiz, en la década de los 40, pasaron por las manos de Vicente Tello, cuando aún era un niño; o mejor como él dice -cuando era un muchachito-.

En esa época incursionó en la fotografía como ayudante de cámara de don Alejandro Ortiz.

Las películas de las que reveló decenas de imágenes en un cuarto oscuro, años más tarde se convirtieron en las compañeras de su oficio; un oficio del que hoy, más que en ningún otro momento, revela como a una fotografía sus 65 años de trayectoria artística.

Fotoperiodismo

Después de trabajar 24 años en el estudio Ortiz; Vicente Tello, saltó al fotoperiodismo.

“Trabajé primero como camarógrafo de canal 3, Telesistema. Fui operador en los controles de radio Tomebamba; luego llegué a Diario El Mercurio. De ahí pasé a diario EL TIEMPO con don Humberto Toral. Colaboré con El Comercio, El Universo y con una infinidad de revistas, que no, no las recuerdo ahora”, resume Tello, sus experiencias como reportero gráfico.

La experiencia en el fotoperiodismo lo hizo adquirir, “llamémosle roce social”, dice -entre risas- don Vicente, pero también lo hizo adquirir valores como la sinceridad y la honradez, que no solo las aplicó él, sino que las inculcó a sus seis hijos.

La fotografía de Tello es de denuncia social. En ella perennizó la vida del padre italiano Carlos Crespi, quien trajo el cine a Cuenca y solo permitió ser fotografiado por Vicente Tello, su amigo cercano.

Sus fotografías están dedicadas a los niños, a la tercera edad, “a mis colegas”, a la mujer de la ciudad y del campo. He dedicado mis fotos al alcoholismo, desde las plantaciones de caña de azúcar hasta los cadáveres alcoholizados.

Transición

Todo el bagaje fotográfico que conserva Vicente Tello en 60.000 negativos tiene una historia. Hace tres años incursionó en la fotografía digital. Su hijo Ricardo Tello, ex colaborador de este Diario, cuenta que su padre tomó un curso rápido, un fin de semana, con Francisco Ipanaque, jefe de fotografía de Diario Expreso.

Don Vichi, como lo llaman sus amigos, explica que para captar sus fotos necesita paciencia y gusto. Dice que de artista no tiene nada, sino solo la experiencia.

Anécdotas

En todos los años que a colaborado en la prensa ha tenido tentaciones, pero su trabajo le ha permitido mantener la honradez.

Tello recuerda que hizo un trabajo para una institución pública. Cuando se acercó a retirar la planilla de pago, el encargado le dijo que “siempre hacía gastitos”.

“Esperaba en la oficina y me dijo - Vichi permíteme aumentar un cerito en tu planilla-; eso era una ofensa para mi. No acepté, y respondió - ahora verás cuando te sale el cheque-. Salió en tres meses y sigo aquí, siendo el mismo, de la misma situación económica: humilde”.

Entre otras de sus memorias Don Vichi recuerda que tras el incendio de la escuela Cornelio Merchán, en María Auxiliadora, junto a su amigo Humberto Aguirre, organizó un encuentro deportivo para recaudar fondos.

“Era la presentación del siglo con números acrobáticos en las paredes incineradas. El padre Crespi me dijo Tello haz aquí no más, en una mesa de 1.50 metros de altura, me rogó y le contesté -padre vamos a presentar números acrobáticos”, relata Tello, en otrora gimnasta.

Con esta y un mil anécdotas, “yo digo que el periodismo no es para hacer dinero, sino para hacer grandes obras. A esta edad, estoy sonreído y tengo la frente en alto”, afirma Vicente Tello, de 78 años de edad.

Artículo publicado en EL TIEMPO