miércoles, abril 15, 2015

Empieza con pu y termina en ta

Fue una de las pocas cátedras inspiradoras en medio de aquel viejo y desgastado estilo de educación superior: expresión oral y escrita, y él, uno de los pocos docentes inspiradores en medio de aquel viejo y desgastado estilo de profesor universitario: Felipe Aguilar.

Felipe nos hablaba, con solvencia y profundidad, sobre las razones por las que el español –el castellano– había cambiado tras llegar a América: los giros locales, lo inexistente en el Viejo Mundo, el seseo, la aspiración, y un largo etcétera. Y por qué seguía cambiando, incrementando el vocabulario de ese “español americano”: lo políticamente correcto, el eufemismo.

Entonces, al ciego empezamos a decirle no vidente, discapacitado visual, persona con capacidades diferentes. Todo, menos ciego. A la puta, trabajadora sexual, ramera, prostituta… incrementamos de esta manera el lenguaje de lo políticamente correcto, según los recatos de una sociedad cada vez más mojigata.

Entonces, los regodeos de los políticamente correctos ponían un aire aristocrático a esas reuniones políticamente correctas. Y las palabras, con sus verdaderas esencias, quedaban para la descalificación de quienes no eran tan políticamente correctos/tas como ellos/as: ¡puta!

Pasar de esta mojigatería verbal a la miopía moralista es un problema políticamente incorrecto y humanamente peligroso: ocurrió en una charla “académica” en una universidad quiteña, en la que se hablaba de la desaparición de una chica en manos de jovenzuelos que la ultrajaron y asesinaron. Una de las hipótesis para el nuevo abordaje periodístico del tema fue “la corresponsabilidad de aquella chica que salió a bailar, bebió y luegose fue con aquellos”. O sea, en jerga políticamente incorrecta: ¡bien hecho, por puta!

El tema en cuestión, el de coyuntura, es la campaña propuesta por una concejala quiteña contra la violencia de género, y que utiliza una escandalosa palabra que empieza con pu y termina en ta. La discusión de la campaña migró de la promoción de los derechos hacia los límites de lo moral, de lo políticamente correcto.

El argumento de una detractora de la campaña decía que luego vendría eso que en otros países llaman “La marcha de las putas”; y de yapa, las campañas por la despenalización del aborto. Había que cortar por lo sano, y con la ayuda de las decisiones políticamente correctas del alcalde, las cuatro vallas que atentaban contra el recato social fueron retiradas.

El Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información y Comunicación (Cordicom), a través de la vocal Paulina Mogrovejo, aportó también al debate provocado por las cuatro vallas de la ignominia y sus respectivas cruces rosadas: “Quizá este tipo de campañas tuvo una amplia legitimidad en otras ciudades del mundo, pero si no hay pertinencia cultural generamos una reacción contraproducente que solo polariza a la opinión pública”, dijo en una entrevista con El Telégrafo.

Y mientras pulimos el lenguaje recatado y las buenas costumbres, en este país siete de cada diez mujeres seguirán recibiendo, en la intimidad de lo no público, insultos, golpes y hasta sentencias de muerte.


Que el país ha avanzado en derechos, dicen por allí. Pero con el colofón de este capítulo –la descalificación de la campaña– es evidente que en la capital no han avanzado en derechos, sino en derechas.

Artículo publicado en EL UNIVERSO

jueves, abril 09, 2015

Las izquierdas de la derecha

El objetivo se cumplió. Las reuniones de las izquierdas de Iberoamérica y de las derechas del Ecuador lograron ubicar a Jaime Nebot a la izquierda.

Digo, a la izquierda de Paúl Carrasco, porque a la derecha del prefecto azuayo se sentó Mauricio Rodas. Y clic, la foto, cámaras, reporteros.

Lo explico: el prefecto azuayo, Paúl Carrasco, en un desproporcionado interés por celebrar el primer año de su reelección organizó algunos eventos locales, entre ellos la Reunión de las Izquierdas deIberoamérica: el 20 y 21 de febrero debían sentarse en torno a cinco representantes de movimientos de izquierda de Ecuador, Colombia, Chile, México y España para, al final, elaborar “un manifiesto sobre los objetivos de los movimientos de izquierda de frente al panorama político de la región y la creación de una instancia de coordinación y diálogo de las izquierdas latinoamericanas como alternativa a los gobiernos actuales”.

Desconozco el contenido del manifiesto, o si es que existe, pero lo que sí está confirmado es que cuatro de los cinco invitados no vinieron al encuentro; la razón, de boca del propio prefecto anfitrión, fue que no viajaron “para evitar problemas con sus cancillerías, que les pidieron que por favor no vengan”. Es decir, ¿izquierdistas sumisos que decidieron no indisponer a sus cancillerías? Así, mejor vamos con la derecha.

Superado el papelón había que conformar una izquierda de la derecha ecuatoriana. Dos días después, el 23F y a propósito de la “rendición de cuentas” de Carrasco, se reunían para elaborar otro manifiesto de cuatro párrafos sobre un tema similar Mauricio Rodas, Jaime Nebot, Luis Fernando Torres, Doménica Tabacchi, Mónica Chuji, Luzmila Nicolalde, Carlos Vera, Luis Almeida, Leonardo Viteri, Carlos Falquez y muchos otros representantes de la dignidad política de este país. Muchos, excepto Guillermo Lasso, que no fueconvocado.

El análisis que nos plantea este complejo escenario político propio de la gastronomía de la Cuaresma, guisada en la conventual ciudad de los cuatro ríos, es ¿qué hacemos con el tema ideológico? ¿Cómo entender el abrazo de Carrasco con Nebot y Rodas, a renglón seguido de autoproclamarse, voz en cuello, “un demócrata de izquierda”? ¿Y la ausencia del alcalde Marcelo Cabrera?

Primer planteamiento: ¿Por qué no estuvo Guillermo Lasso, actor principal y argamasa capaz de consolidar el muro de este nuevo frente anticorreísta? Su ausencia abre una fisura, marca una obsolescencia programada para este buró ideológicamente amorfo. Pésimo precedente para un espacio libre de ideologías, democrático en extremo y sin ambiciones electorales. Cabrera demostró,una vez más, su habilidad política ambidiestra al refugiarse en Madrid.

Segundo planteamiento: ¿Un hecho que pretende ser recordado como “histórico”, “imposible que haya sucedido hace ocho años”, puede resumirse en un manifiesto de cuatro párrafos que habla de unidad, diversidad ideológica, pluralismo, progreso, libertad, abrazando precisamente a quienes en el pasado no han representado ninguno de estos principios?

Tercer planteamiento: ¿Es este un acto político tan endeble que no duró más de 72 horas en las agendas mediáticas, y por el cual se encareció, por cálculos ególatras, una “rendición de cuentos” exigida por la Constitución?


Ojalá en Cuenca no se vuelva a hablar insensatamente de la fórmula ideal e infalible para mezclar el agua con el aceite. O viceversa.

Artículo publicado en EL UNIVERSO.