martes, septiembre 25, 2007

La Televisión Pública nada más que un sueño

Con 18 millones de costos de operación al año, sin frecuencias disponibles en el país, y con nueva Secretaría de Comunicación, el bullado proyecto de la Televisión Pública de Correa, parece ser solo eso un proyecto.

María Isabel Punín
Periodista Lojana y profesor Investigador de la UTPL
mipunin@utpl.edu.ec


Muchos sueños, ideas, desatinos y críticas mil, que por supuesto son buenas en la “democracia” en la que vivimos, lo cierto, es qué en temas y proyectos de comunicación del Gobierno de Rafael Correa, lo único que sobrevive y transciende es la amenaza y golpes bajos a la prensa.
La amenaza que roza de manera fuerte y errática con el carácter, cada vez más agresivo del Presidente. La amenaza que surge de la irrelevancia y la cotidianidad, que al igual que un cáncer está acabando con nuestra profesión, un tema que debería preocuparnos a todos.

¿Qué ganamos con tener un Televisión Pública?
Ganamos mucho y ganamos todos, siempre y cuando la tan anunciada TV Pública, cumpla con la sencilla e histórica función de los medios de comunicación: informar, entretener y educar, que es totalmente contrario a desinformar, no alienar, no contaminar.
Entonces en qué soñamos, soñamos en una televisión sencilla, libre de ataduras, inteligente, entretenida y por supuesto culta, pero para lograrlo no bastan los proyectos, los anuncios, ni las amenazas, hay que hacerlo de a poco y en silencio. Tal como van las cosas pareciera que el proyecto fue solo una bandera izada por Mónica Chuji, ex secretaria de la presidencia, mujer y comunicadora que no logró contarnos, en su paso por el poder, de donde saldrá la plata.
Para tener un TV Pública hay que iniciar respetando lo que tenemos, una prensa que sobrevive entre la angustia de la hora del cierre, sueldos injustos y censuras de todo tipo, porque un gobierno inteligente y democrático es aquel que permite disentir.
Es bueno disentir para repensar nuestros roles, reafirmar nuestras creencias y que mejor que esta tarea la estimule el gobierno con lucidez, tino y por supuesto con creatividad, en ese marco bienvenida sea la Televisión Pública.
Esperamos entonces que la Televisión Pública compita en igualdad de condiciones con la otra televisión, que busque anunciantes, que trabaje sin descanso para su audiencia, y que salga a las calles para codearse con el pueblo y su suerte, y comprobar sí es cierto que la Patria ya es de todos.
No debemos preocuparnos por su anunciado nacimiento, porque al igual que un niño, debemos festejar su presencia, eso si velar sin descanso por su correcto crecimiento, por su desarrollo fuerte, pero para eso tiene que nacer.
Cuando nazca, las Universidades, sus docentes en comunicación y periodismo deberán ser una especie de padrinos responsables.

El reto de la Televisión Pública
Y cuando nazca la Televisión Pública no será del gobierno sino de todos y su poder será el poder del conocimiento, y su rol será difusión seria, culta, su entrega y sus desvelos no serán otros que el ser una televisión diferente.
Para lograrlo basta con mirarse de frente y sin prejuicios en la televisión que tenemos y ser capaz de no repetir los mismos errores. Atreverse a rescatar la dignidad de todos y a recuperar el buen nombre el periodismo.
Le pedimos al proyecto Televisión Pública que se vea en ese espejo difuso que es la televisión ecuatoriana, ese espejo le ayudará a entender que la ética es un derecho de todos, sencillo como el anhelo que todos tenemos de ser felices.

Deberá entender que el aprender también es una tarea de los medios y que nosotros los periodistas y medios públicos o privados debemos siempre elevar el criterio y la ilusión de la audiencia.
Será esa audiencia noble diversa, por supuesto, la que se encargue de tildar, etiquetar o matar a la televisión que tenemos y por supuesto también a la pública, porque como decía Fernando Savater: mientras el periodista quiera ser protagonista de los hechos y no un informador de ellos, la truculencia será la noticia, y entonces agregó nada habrá cambiado.