jueves, noviembre 26, 2009

Vicentello y el patrimonio que no fue



Un fino polvillo es el primero en darnos la bienvenida. Está acompañado del olor de las fotografías conseguidas artesanalmente con el procedimiento químico del metol, el sulfito, la hidroquinona. Olor al que estábamos acostumbrados cuando ayudábamos a nuestro padre a procesar los formatos mayores, porque un par de manos era insuficiente en el pequeño laboratorio artesanal que aún subsiste al paso del tiempo y al embate tecnológico.

Una a una, de las cajas con el sello Agfa, extraemos viejas fotografías en blanco y negro y seleccionamos las mejores, las que recogen el testimonio arquitectónico de la Cuenca Colonial, de la ciudad Republicana, de los espacios que estarán ausentes el 1 de diciembre, cuando los cuencanos celebren diez años de la declaratoria de la urbe como Patrimonio Cultural de la Humanidad, por parte de la Unesco.

Y una sensación de angustia nos invade cuando descubrimos los testimonios de lo que fue la Atenas del Ecuador en las décadas del 60, 70 y 80. Angustia al observar cómo una cuadrilla de trabajadores derruye, adobe tras adobe, el primer edificio de la Gobernación, inicialmente diseñado por el arquitecto y sacerdote alemán Juan Stiehle, el mismo que concibió los planos de la Catedral Nueva y construyó puentes y varias de las 602 estructuras inventariadas por el Municipio por su valor arquitectónico, tras la declaratoria de la Unesco.



Y la angustia se transforma en impotencia al descubrir que donde hoy están los edificios multifamiliares del IESS, en la plataforma baja sobre la que se asienta la ciudad moderna, había una enorme casa de dos pisos, construcción de tierra y bahareque, y cubierta de teja, con seis balcones hacia la orilla derecha del río Tomebamba, que al momento de apretar el obturador quedó inmortalizado con un generoso caudal de aguas cristalinas. Y la impotencia se vuelve resignación al ver los huertos del monasterio de El Carmen de la Asunción, fundado en 1682, que ocupaban toda una manzana, aislados del mundo exterior por unas elevadas y gruesas paredes de más de un metro de espesor. Huertos que fueron desplazados por hoteles, tiendas comerciales, notarías y oficinas de abogados, en pleno corazón del centro histórico, junto a la tradicional Plaza de las Flores.

Todas estas fotografías integran una colección particular de Vicente Tello Tapia, Vicentello, fotoperiodista de amplia trayectoria en Cuenca y poseedor de uno de los muchos testimonios gráficos sobre la riqueza arquitectónica de una ciudad que guarda la traza española con la que fue fundada el 12 de abril de 1557, y que le valió el título de la Unesco.

Lo que queda de relevante en la tierra de los cuatro ríos se debe en gran parte a la gestión del movimiento Acción Cívica, vinculado en la década de 1960 a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca, que se enfrentó a los intereses de grupos que no entendían la importancia del patrimonio edificado, y que confundieron desarrollo con desarrollismo.

El próximo mes, los ciudadanos se vestirán de gala para recibir la primera década de la declaratoria. Definitivamente en la agenda falta un espacio de autorreflexión de los organismos responsables de mantener la memoria histórica urbanística.

Artìculo publicado en El Universo