viernes, diciembre 04, 2009

Responsabilidades de informar y opinar


En el vértigo de la sala de redacción, siempre había tiempo para el humor y la crítica como pedagogía con los nuevos reporteros. Más de uno pensaba que estudiar cuatro años en la universidad le daba licencia para cambiar el mundo. O ser el guía de la sociedad.

Con esa intención confundían opinión con información. Se olvidaban del trabajo del reportero, del taller de carpintería donde se armaban las noticias con todos los prismas de una realidad fraccionada por las percepciones individuales de fuentes, actores y testigos.

El periódico local donde dirigíamos la redacción destinó la cuarta página del cuerpo B para el editorial y los articulistas. Por ello, cuando llegaba una “noticia” –así, entre comillas– que más parecía un artículo de opinión, le gritábamos al joven reportero: “pásala a la B4”. Era un mensaje directo, matizado con estridentes carcajadas, para obligarlo a eliminar adjetivos, tachar encabezados concluyentes y borrar cierres sentenciosos.

He reflexionado sobre este tema a propósito del perfil que han tomado, en ciertos canales, medios escritos y radios, las “noticias” –así, entre comillas– políticas, económicas y las que se vinculan con la seguridad o inseguridad ciudadana.

“Noticias” que se han tomado licencias exclusivas del periodismo de opinión, como el uso de adjetivos, encabezados concluyentes o cierres sentenciosos.

Amablemente convocado a cuidar mis principios, regresé al Consultorio Ético de Javier Darío Restrepo, en el portal web de la Fundación por el Nuevo Periodismo Iberoamericano de Gabriel García Márquez, en busca de certezas para mis dudas. Y encontré recetas contra los fantasmas de la regulación, que las comparto.

“Las leyes reguladoras de los medios de comunicación per se no se convierten en obstáculos para el ejercicio independiente de la profesión. Es importante considerar:

“1. Es deber de los gobiernos defender los derechos de la ciudadanía que pueden ser afectados por los medios de comunicación. Por ejemplo, el medio que convierte la noticia en mercancía y cuya prioridad predominante es el negocio, o la defensa del interés particular. En tal caso se viola el derecho ciudadano a la información.

“2. La libertad de prensa no es un derecho absoluto y debe estar al servicio de una información libre. Sus límites deben ser observados y hechos respetar por quien tiene constitucionalmente la función de defender el interés y los derechos del público.

“3. A los periodistas nadie nos da la libertad porque esta es una creación de cada persona. No son de temer tanto los gobiernos abusivos, como los periodistas incapaces de emprender cada día las tareas de consolidación de su independencia.

“4. Es una actividad necesaria la defensa de las libertades de expresión y de información, pero la invocación de estas libertades puede convertirse en excusa para ignorar o justificar los abusos desde la prensa”.

Y sobre el periodismo de opinión: “Quien opina es alguien que busca la verdad de lo sucedido, de una idea, de un personaje, de una postura política o religiosa. Lejos de cualquier posición dogmática, la opinión deja abierta la posibilidad de un diálogo con otras opiniones y corrientes del pensamiento. La columna editorial, en consecuencia, además de tolerante, hace parte de un proceso de búsqueda común de la verdad”.

Artículo publicado en EL UNIVERSO