martes, febrero 28, 2006

¿Es posible un periodismo más riguroso?


Los periodistas Rubén Darío Buitrón y Fernando Astudillo presentaron, el pasado mes de enero, el libro "Periodismo por dentro" -grata coincidencia con el nombre de este blog que de cierta manera deja ver que estamos formados de la misma escuela- La obra debe ser consulta obligada para todos quienes ejercemos el oficio de comunicar, incluidos los estudiantes y el ciudadano común, que debe conocer más sobre sus derechos frente a los medios de comunicación.
El domingo 26 de febrero diario El Universo consultó a Carlos Vera su opinión sobre el libro y la respuesta se condensa en dos palabras: Periodismo ideal.

Para tener nuestra propia opinión deberíamos seguir los siguientes pasos: leer el libro (lamentablemente ya se agotó, pero uno de los autores asegura que saldrá una segunda edición); revisar el comentario de Vera, y por último la respuesta de Buitrón.

¡Trabajo interesante para seguir en el debate de si un periodismo más riguroso es posible!
Ricardo Tello


El libro que estoy leyendo

Carlos Vera *
Estoy leyendo el libro Periodismo por dentro, de Fernando Astudillo y Rubén Darío Buitrón, y contrastando la teoría con la práctica. Si los periodistas nos pusiéramos a contrastar la noticia por lo menos con tres fuentes, como señalan, en vez de procesar lo que se ha conseguido, nunca publicas nada. Es un buen ensayo, una buena propuesta, pero absolutamente debatible. Hay que crear las condiciones para que se haga ese periodismo que plantean, que debería llamarse periodismo ideal, y que creo que ni en Estados Unidos se da. Hay que estar conscientes de nuestras limitaciones. Esto tiene que ver con la especialización, con el presupuesto que destinan los medios. Me sentí con cargo de conciencia, pero también aliviado, porque pocas veces me sujeto a lo que es recomendable.
* Director del noticiario ‘Contacto directo’.




La respuesta de Rubén Darío Buitrón:**
1. Carlos Vera dice que no saldría nada en la prensa si los medios siguiéramos ese "periodismo ideal" que planteamos nosotros, por ejemplo contrastar la noticia con al menos tres fuentes. ¿No será que, precisamente por no hacerlo, cometemos errores, escandalizamos, lanzamos al aire "exclusivas" que luego se pierden o no se las hace seguimiento, hacemos daño a gente inocente y, para colmo, no rectificamos ni devolvemos el honor a quien hemos perjudicado con la difusión de versiones antojadizas?
2. ¿No será que precisamente en el país no se hace buen periodismo porque todo es al apuro, porque casi nada se contrasta, porque hay, en la mayoría de casos, facilismo, unifuentismo, reportería ligera, coberturas cómodas y convencionales, de poca profundidad, escasa confrontación y cero investigación?
3. A línea seguida puntualiza, sin embargo, que "hay que crear las condiciones para que se haga ese periodismo" que él llama ideal. Entonces, si hay que crear las condiciones, ¿es posible hacerlo o no? ¿En qué quedamos?
4. Habla de que "ni en Estados Unidos se da" ese periodismo que planteamos. Y, bueno, ¿quién dijo que en Estados Unidos se hace el mejor periodismo del mundo, especialmente en estos oscuros tiempos de censura y autocensura bajo el control de las fuerzas más conservadoras y guerrerristas representadas por el gobierno de Bush?
5. Afirma que "hay que estar conscientes de nuestras limitaciones". Entonces, ¿nos conformamos con ellas? ¿Agachamos la cabeza? ¿Dejamos que la mediocridad nos gane la batalla? ¿Nos resignamos a hacer un periodismo "así nomás", con lo que haya, sin luchar por elevar el nivel de nuestro trabajo cotidiano en busca de aportar a la reflexión de la sociedad para que, por ejemplo, vote con más conciencia y elementos de juicio en las próximas elecciones presidenciales?
6. Una línea más abajo dice que "esto tiene que ver con la especialización, con el presupuesto que destinan los medios". Si es así, entonces, ¿qué esperamos para especializarnos? ¿Qué esperan los directores de los medios para dedicar una parte de sus esfuerzos a elevar el nivel técnico e intelectual de su personal y en lugar de gastar mucho dinero con asesorías externas -la mayoría llenas de conocidas recetas poco aterrizadas en la realidad ecuatoriana- invertir esa plata dinero (o mucho menos) en capacitar al personal ecuatoriano que se esfuerza en el trabajo del día a día?
7. "Me sentí con cargo de conciencia, pero también aliviado, porque pocas veces me sujeto a lo que es recomendable". Qué pena que a Carlos, como a muchos periodistas ecuatorianos, no le haya durado el cargo de conciencia. Supongo que precisamente por la falta de ese cargo de conciencia, es decir, de autocrítica, de humildad, al periodismo ecuatoriano le hace falta madurar para cumplir a cabalidad, como es su obligación, su deber con la sociedad.
** Rubén Darío Buitrón
rubendariobuitron@yahoo.com
Periodista y escritor. Coautor del libro Periodismo por Dentro (Ciespal, 2006).

lunes, febrero 20, 2006

Los ‘trapos sucios’ de EE.UU.


Dos palabras no inglesas –Abu Ghraib y Guantánamo– se han vuelto el ‘coco’ de los Estados Unidos. La semana pasada, ambas dieron a esa gran nación nuevos motivos para avergonzarse, pero, también, para adoptar los remedios necesarios. Aunque sus líderes no parecen preocuparse por lo primero, ni creer necesario lo segundo.
El miércoles, la cadena de televisión australiana SBS emitió nuevos videos y fotografías de maltratos y torturas en la tristemente célebre cárcel de Abu Ghraib, en Bagdad, objeto de escándalo desde abril del 2004, cuando la CBC mostró que soldados estadounidenses habían cometido vejámenes contra prisioneros. Aunque varios militares fueron condenados en cortes marciales y una alta oficial de la cárcel fue degradada, la investigación nunca fue más arriba en la cadena de mando.
El jueves, un equipo de cinco investigadores de las Naciones Unidas hizo público un duro informe que sostiene que en el tratamiento de los llamados ‘combatientes enemigos’ retenidos en la base militar estadounidense de Guantánamo, en Cuba, hay elementos de tortura y serias violaciones de los derechos humanos, y llamó a juzgarlos o liberarlos sin demora y a cerrar el campo. El secretario para Irlanda del Norte del gobierno británico apoyó el cierre. El arzobispo surafricano Desmond Tutu declaró "una desgracia" que se usen en la lucha contra el terrorismo métodos que empleó el Apartheid. Kofi Annan, aunque dijo no compartir todo el reporte, se alineó con su conclusión.
La reacción del gobierno estadounidense no sorprendió a nadie. Pidió a los medios no hacer públicos los videos y fotos de Abu Ghraib, diciendo que podrían instigar violencia y que se trata de evidencias de incidentes ya investigados. Un asesor del Departamento de Estado sostuvo que mostrarlos atentaría contra la privacidad de los presos. La Casa Blanca llamó el informe sobre Guantánamo un "descrédito" para la ONU, calificándolo de ‘refrito’ de los argumentos esgrimidos por los defensores de los presos.
Ha sido una sorpresa el tratamiento dado por los medios estadounidenses a las nuevas evidencias de Abu Ghraib: salvo publicaciones menores y un editorial de The New York Times, la noticia ha tenido escasa relevancia. Al igual que no han publicado imágenes de los entierros de los soldados de E.U. muertos en Irak, o dieron gran despliegue a la existencia allí de armas de destrucción masiva, en este caso parecen alineados con los deseos de su gobierno.
El arzobispo Tutu declaró "entristecedora" la muda respuesta de la opinión pública estadounidense a estos abusos. El actual gobierno de Estados Unidos ha dado muestras de sobra de buscar imponer un control sin precedentes a la información (desde junio pasado, por ejemplo, se bate en los tribunales para impedir que se hagan públicas imágenes de Abu Ghraib aún desconocidas) y sus spin-doctors están dedicados a cuidar qué y cómo se hace público.
Preocupa, sin embargo, que justamente los medios herederos de Watergate puedan prestarse a manejos que contrarían su tradicional independencia y coraje investigativo. Y que la opinión pública de una sociedad campeona de la libertad y los derechos humanos se muestre neutral o apática ante abusos como los de Abu Ghraib y Guantánamo.
Se trata de verdaderos ‘trapos sucios’ de los Estados Unidos. Persistir en negarse a ‘lavarlos en casa’, mientras le dan la vuelta al mundo, solo puede empañar aún más la ya maltrecha imagen de este país.

El Tiempo, Bogotá.

lunes, febrero 06, 2006

El periodista de radio y su “voz comercial

Caso A

Martes 24 de enero. Segundo día del paro de transportes a nivel nacional. Los conductores o los dueños de las unidades exigían que se les permita ingresar a dos capitales de provincia con sus unidades para dejar o recoger pasajeros. En el Azuay los transportistas interprovinciales además pedían dejar sin efecto el permiso de funcionamiento de una empresa que utiliza furgonetas y por ello tenían más demanda que los grandes y desordenados buses.
Aquella mañana un periodista de radio criticaba mordazmente la actitud de los transportistas llamándolos inconsecuentes, abusivos, monopolizadores. De seguro que muchos oyentes perjudicados por la acción extrema de los transportistas sindicalizados, estaban de acuerdo con el comentario.
Pero, a renglón seguido y tras una brevísima pausa de segundos, la misma voz que criticó la acción de los transportistas recomendaba votar por un tal Aurelio para secretario general del sindicato de choferes, "porque sí cumple con su palabra y todo lo que ofrece, porque la lista dos es mas que dos…"
Obviamente lo segundo era parte de un texto publicitario contratado por la lista dos del Sindicato de Choferes Profesionales del Azuay, y que fue leído por la misma voz que segundos atrás criticaba la actitud de los conductores.
Personalmente me dejó una sensación de desconcierto. Cuál de las dos intervenciones que una misma voz hacía en un mismo espacio, tenia la razón. La que calificaba de inconsecuentes a los choferes que paralizaron el país, o la que recomendaba votar por el tal Aurelio, "porque sí cumple sus promesas…"


Caso B

1999. Días de la debacle financiera del Ecuador. Los bancos caían como fichas de dominó; uno de ellos, Sol Banco.
Un enardecido ex cliente de aquella entidad financiera tomó el auricular del teléfono y marcó al programa deportivo de una radio local. Le recriminó al comentarista porque semanas atrás recomendó públicamente poner los ahorros en ese banco, que pagaba altos intereses.
El locutor, para cerrar el molestoso llamado público de atención, decidió hacer una aclaración: “Señor oyente, lo que hice fue publicidad, porque nosotros vivimos de la publicidad…esa es la parte que ustedes no entienden…nosotros no tenemos sueldo del gobierno sino vivimos de la publicidad…” fue lo que más o menos dijo el locutor de radio.
Era evidente que el aparentemente experimentado locutor no se percataba que el oyente no disgrega cuando un mismo periodista está “informando” o leyendo una publicidad. Cuando el aparentemente experimentado locutor decía que el Deportivo Cuenca, el equipo local, goleó a su rival, era cierto. No cabía duda.
De la misma manera, cuando esa misma voz que anunció los resultados sale de la radio diciendo que deposite el dinero en Sol Banco, ¿por qué debe dudar el radioescucha de la palabra del locutor?


Si los ejemplos los pasamos a la televisión, sucede lo que se conoce como las menciones. Los presentadores de noticias son contratados para que presenten un producto. Aparentemente es una acción inocente, pero lo que la marca comercial hace es aprovechar todos los años de experiencia de la figura.
¿Han visto la publicidad de Carlos Vera y su hijo, adoloridos de cabeza y recomendando un producto efervescente?
¿Alguien dudaría de la efectividad de ese analgésico, recomendado por el implacable Vera?
Lo que no sabemos es cuánto cobró el periodista para aparecer en las pantallas recomendando el producto. Debió ser mucho…


Reflexiones necesarias

¿Qué representa para el periodista hacer ese tipo de anuncios públicos, hipotecando su credibilidad?
Personalmente creo que mucho. Es credibilidad versus dinero, razón suficiente para dejar de creer en ese periodistanunciante.
¿La credibilidad tiene precio? NO; es credibilidad construida a base de decir miles y miles de verdades, de palabras cumplidas, de trasparencias al actuar.
¿Y si ese analgésico no me cura?
¿Y si ese Banco quiebra?
¿Son o no los transportistas irresponsables, o debo votar por uno de ellos porque sí cumple?
O debo dejar todo eso bajo la responsabilidad de una voz comercial…exclusivamente comercial…

¿Qué opina usted?