jueves, diciembre 03, 2009

La defensora del lector y los intocables



Por Fernando Checa Montúfar
Director general de CIESPAL


Como reacción a la crítica académica y ciudadana a los medios ha ido surgiendo cada vez con más fuerza la idea de que la actividad periodística es intocable y de que aquel que ose criticarlos está automáticamente alineado con el gobierno. Un buen ejemplo de esto es el contenido de la columna dominical, del 29 de noviembre de 2009, de Ana Karina López, Defensora del Lector del Diario Hoy.

Allí comenta las cartas enviadas por Arsenio Proaño, Sara Santacruz y Nancy Obando, quienes cuestionan, como lo hicimos nosotros en un artículo, la exageración del titular y del enfoque de la nota con la que ese diario dio cuenta de la manifestación organizada por Carlos Vera, en Quito, el 26 de noviembre, en la que se calificó de “multitudinaria”, cuando según otras versiones la asistencia fue de algunos centenares.

Para López, la opinión de estos lectores no se debe a una lectura crítica de la información del diario sino que es el resultado de “la propaganda de Carondelet” con la cual “el poder ha logrado que algunos ciudadanos comulguen con su línea en detrimento de sus propios derechos (¡!). Verdadera obra prestidigitadora” (los signos de admiración son nuestros).

¿Realizar una lectura crítica es ir en contra de los propios derechos? ¿Señalar los errores periodísticos es atentar contra la libertad de expresión y por tanto contra un derecho fundamental también ciudadano? Más allá de la arrogancia que implica suponer que criticar a los medios es atentar contra los derechos ciudadanos, hay un punto preocupante en la columna de López que incumple una de las funciones básicas de la Defensoría del Lector: no analiza ni confronta la crítica de los lectores con la versión del periodista responsable de la nota para sacar conclusiones, como le corresponde hacer, sino que se dedica a deslegitimizar la opinión de aquellos argumentado subjetivamente que es el resultado del “martilleo devaluador de Rafael Correa contra los medios”; es decir, para la Defensora, la calentura está en las sábanas, el problema no es de una versión del diario cuestionada por los lectores, sino que estos, por efecto de ventriloquía más que de prestidigitación, dicen lo que Correa quiere.

Cabe recordar a López lo que hace unos 15 años escribiera el actual Subdirector de Opinión, Diego Araujo (véase Chasqui # 54, junio de 1996, p. 60), con respecto al rol del Ombudsman, cuando ocupó este cargo en el Hoy: “escuchar y examinar las quejas de los lectores, juzgar la rectitud y buen sentido de la información, fotos y gráficos del periódico (…) abogar por sus derechos a recibir una información veraz, imparcial y transparente” ¿Tuvo la información criticada esas características? Este debió haber sido el enfoque del análisis de la Defensora y no la deslegitimación prestidigitadora de los lectores.

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La foto fue tomada de hoy.com.ec