lunes, abril 04, 2011

El derecho a rehabilitarse


La hipótesis era arriesgada: para cuidar el prestigio del diario y el bienestar de víctimas y sus familias, lo mejor era encargar la fuente de crónica roja a una mujer.

Pensamos que, por la naturaleza solidaria y compasiva de madre que todas llevan dentro, sería mucho más resistente a la insensibilización en la que fácilmente cayeron sus colegas varones, aquellos que perdieron, a los pocos meses, su capacidad de asombro y de dolor ante la tragedia del otro. Una segunda solución era ponernos una venda en los ojos y repetir que la violencia, la inseguridad, la incertidumbre, son asuntos de percepción.

Ximena no rehuyó el reto. Tomó su libreta de notas, grabadora y salió al recorrido diario por la crónica roja cuencana; noticias con un patrón marcado por el fenómeno de la migración, que deja hogares ausentes, depresión, conductas agresivas, desintegración...

Y no nos equivocamos: defendía con vehemencia el derecho constitucional a la presunción de inocencia. Compartía estados depresivos colectivos cuando cubría suicidios; guiaba a familiares de las víctimas de accidentes en cómo conseguir medicinas baratas con recetas genéricas.

Se involucraba, pese a los constantes llamados a no hacerlo. Mientras escribía, más de una vez soltó sus lágrimas preguntándose en dónde había estado todo ese tiempo, rodeada del mundo ideal que crearon en su entorno doce años de educación religiosa en uno de los mejores colegios de la ciudad, donde fabricaron la burbuja que la aisló de la realidad.

La experiencia le cambió la vida: se casó con otro periodista, y mientras hoy ella trabaja en un diario privado de tiraje nacional, él hace de corresponsal de radio Pública. Y juntos es que decidieron redactar, en sus tiempos libres, un proyecto de comunicación alternativa para el Centro de Rehabilitación Social de Varones de Cuenca: la creación de un programa de radio producido y dirigido por un grupo de internos.

Insistieron hasta lograr la aprobación del proyecto en la Cárcel de Varones –nombre más apropiado, al menos mientras no se solucione la condición actual de hacinamiento– y obtener el apoyo del Ministerio de Justicia, un gremio de periodistas y de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad de Cuenca.

A la semana siguiente de que la Asociación de Cámaras de la Producción del Azuay realizó la marcha denominada Ya Basta, se sentaron con sus directivos para pedirles la donación de un equipo de computación con un software que permita la edición de audios. Entonces, apenas terminado el feriado de carnaval empezaron con su aporte personal y gratuito a la rehabilitación de las personas privadas de la libertad.

Así se configuró la iniciativa denominada Voces de Libertad. No es la primera ni la única: en la provincia de Imbabura una experiencia similar se desarrolla con internos del Centro de Rehabilitación Social de Varones de Ibarra: el programa radial ‘La Paradoja’.

Radio Católica Cuenca concedió un espacio semanal gratuito para dejar escuchar esas voces. Y la primera tarea de los condenados será recuperar la confianza de la sociedad.

Así, los periodistas Ximena y Johnny regalan parte de sus vidas para lograr que el mundo sea mejor. Porque el derecho a la rehabilitación aún puede encontrar voces de libertad.
Artículo publicado en EL UNIVERSO