lunes, marzo 28, 2011

¿Y usted qué tan buen periodista es?


“Usted es un buen periodista, y sabe la respuesta”. Así empieza sus intervenciones la ministra Coordinadora de la Política, Doris Soliz, cada vez que un reportero de una radio cuencana le lanza una pregunta que busca precisiones sobre los temas de la Consulta Popular. Es como un prólogo obligado para, en condescendencia con el “preguntador”, responder a sus anchas sin reparar en las precisiones que se exigen.

En el tono del periodista se nota cierto ego. Más cuando la autoridad le dice: “usted es un periodista de izquierda y entiende estas cosas…”.

Como parece un “diálogo regalado” –así se dice en la jerga periodística–, voy a radio Pública, donde reprisan una entrevista que el presidente Rafael Correa había dado unos días antes en Guaranda. Mi evaluación: las preguntas, en su totalidad, son un insulto a la inteligencia de alguien que ocupa la primera magistratura.

¿Señor presidente, es usted un líder?

¿Señor presidente, hay que cambiar la justicia para bien?

Señor presidente, los grupos de poder que no quieren el progreso del país dicen que…

Señor presidente, usted sabe escuchar a los jóvenes…

¿Preguntas?

Claro, el presidente no se muestra impaciente como en otras ocasiones, cuando le ha tocado enfrentar interrogatorios igual de tibios, o realmente confrontadores, pues –supongo– en este periodo de campaña le conviene.

La entrevista de Guaranda no solo que insulta a la inteligencia de cualquier persona –por ingenua, imprecisa, cómplice y complaciente– sino que termina por no aportar en nada a un debate necesario y serio sobre el próximo referéndum. Y aquellos “preguntadores” se vuelven, consciente o inconscientemente, cómplices y una pieza más de la propaganda oficial.

Esto no quiere decir que ponerse del otro extremo es lo correcto. De ninguna manera. Tampoco es buen periodismo aquello de colocar trabas al entrevistado, no dejarlo responder, acusarlo sin fundamentos, ser descomedido ante las audiencias. Ni lo uno, ni lo otro.

“La entrevista no es una tarea para las personas débiles que necesitan ser queridas por todo el mundo. Pero tampoco, por supuesto, es un oficio de insensibles”, dice el periodista argentino Jorge Halperín en su libro La entrevista periodística, intimidades de la conversación pública.

De lo que se trata es, entonces, de que los periodistas vayamos muy bien preparados para formular una entrevista seria, de altura y que genere conclusiones no dirigidas, donde se expongan las tesis y las antítesis, y así las audiencias saquen la síntesis.

La entrevista, a más de lograr que los políticos hablen de lo que no quieren hablar, debe tener una función pedagógica. El periodista preparado no siente temor frente al entrevistado, pues este –y la entrevista misma– desarrollará sus aportes en correspondencia directa con la capacidad de entrevistador.

Sumarse al discurso oficial no es licencia para ser calificado públicamente como “un buen periodista”. Y eso lo saben los lectores, los televidentes, los radioescuchas.http://www.blogger.com/img/blank.gif

Ser cien por ciento complaciente, para así ganarme su favor, tener su beneplácito y salvarme de la guillotina de los sábados, no ayudará a los ciudadanos a tomar decisiones correctas por el SÍ o por el NO.

La obligación moral y profesional de los verdaderos periodistas va más allá de que el poder lo reconozca como “un buen periodista” o un “periodista patriota”.

Artículo públicado en EL UNIVERSO

lunes, marzo 21, 2011

Producción nacional: De la mala a la peor…


¡¡Una pausa en el vértigo!!

¿Será que alguien se atreve a cuestionar la última producción del cantante ecuatoriano Delfín Quizhpe titulada “En un pequeño motel”?

Lo digo porque, a mi parecer, algunos medios de comunicación y ciertos programa de farándula intentaron “curarse en sano” para evitar lo que ya sucedió con el video “Las torres gemelas”: la principal valoración vino de fuera, y en un canal irregular: YouTube.

De lo contrario cómo explicar que casi al unísono hayan destacado una producción –en mi personal punto de vista- de mal gusto estético y con una propuesta “artística” que evidentemente no repetirá la reacción que en el público desató “Las torres gemelas”, el verdadero fenómeno de Quishpe.

Hasta hace unas semanas el artista “tecnoandinocumbiero” desfilaba por los canales de televisión contando cómo había producido el videoclip, como si se tratara en realidad de un artista nacional que aporte con una propuesta innovadora, de vanguardia, o al menos con una mínima rigurosidad estética, digna de estar en los medios.

¿Será que nadie decidió ver el video con un poco de predisposición crítica? O será que pensaron: “antes de que sean fenómeno fuera, démosle nomás espacio” O más simplemente: “Bueno, es Delfín, y todo lo que haga está bien…”
Personalmente el video no lo recomendaría ni por curiosidad. Hasta YouTube lo ha marcado como de contenido inadecuado para los usuarios, y solicita un registro previo.

¿Y vieron el estreno de la Tremebunda Corte?



La conclusión más urgente: mejor deberían pasar la serie original, porque Leopoldo Fernandez y su elenco –muchos de ellos desaparecidos- definitivamente lo hacían mejor.

No creo que solamente se trate de lograr la imitación perfecta, sin ningún ingrediente propio: hasta las multas del juez siguen siendo en pesos.

Para qué hacer una imitación –por más fiel que resulte- si es que no habrá aporte alguno: es mejor regresar a la serie anterior y evitarle los malos ratos al pobre Tres Patines, en la otra vida.

No soy crítico de producción televisiva ni musical. Pero desde la posición de televidente, debo elevar mi voz con mi posición: ni Delfín bañándose con su amante, desnudos, en un Pequeño Motel, ni Reinoso tratando de memorizarse los pasajes de Leopoldo Fernandez.

Es mejor no temerle a la crítica, y exigir más.

viernes, marzo 18, 2011

Las filaterías


Por: José Serrano
Siempre he deseado realizar una antología de las filaterías, que como se sabe, al igual que los tontos son infinitas.

Por ejemplo los filáticos, que por supuesto ya sabemos que son filateros, dicen: “peonza” en lugar de trompo, que es el término común y entendible.

Los médicos no se zafan: dicen “cefalea” al vulgar dolor de cabeza.

Los abogados, peor, a la audiencia que se realiza en “estrados”, sin ningún desparpajo y con mayor ignorancia la llaman “audiencia de estrados” como si fueran las sillas las que les van a atender.

Los agringados dicen “picup” por tocadiscos.

O los exageradamente filáticos o filateros dicen “máncer” por hijo de p...

O bocina por no decir sencillamente pito, o peor todavía dicen claxon.

Dicen tamañas estupideces como “la man” para referirse a una mujer o bueno, por lo menos, el man para el hombre, o cuando son demasiados atrevidos, para referirse a una señora distinguida, dicen: “La tía”.

Dicen “tráfico” por “tránsito”, cuando sabido es que el tráfico es el comercio y el tránsito el traslado de un lugar a otro, aunque el uso rutinario y corrupto los haya consagrado como sinónimos.

Dicen “latente” como si estuviera a punto de suceder, cuando sabido es que latente es lo oculto o lo escondido.

O los excesivamente filateros Exarca por obispo u obliterar por cerrar.

O los demasiado “sabios” anadinos o anadón por simplemente pollo.

Stop por parada o parking por estacionamiento.

Fruslería por pequeñez.

O más aún, quilotra por amante, querida, concubina.

O armadijo por emboscada.

En fin, son tantas las tonterías y filaterías que se expresan a diario que todo el texto del diccionario no daría abasto para completar todo lo que se dice o lo que se ha dicho.


Artículo publicado en EL TIEMPO

jueves, marzo 10, 2011

¿Una pausa para almorzar?



O para merendar. Da igual.

El periodista de Radio Pública Cuenca, Jhonny Guambaña Jaramillo, lanza una crítica –con un video como base- en la red social del Facebook a un debate del Concejo Cantonal del Municipio de Cuenca en medio de una comilona en la que los convidados: ediles, secretarios, público inidentificable y, al parecer, también periodistas, engullen a grandes bocados un reponedor seco de pollo, que a intervalos resbalan con cola Manzana.

La escena es medio patética. Desagradable más que graciosa. Pero no es nueva.

Ágapes similares se recuerdan, exclusivamente para periodistas, en el Comando de Policía durante las ruedas de prensa de los días lunes. Y había quienes reivindicaban el convite como una compensación lícita a los malos salarios que recibían como periodistas.



Al menos en este caso, el del Concejo Cantonal, que los ediles coman mientras trabajan es de su soberana responsabilidad. No va más allá de malos modales y riesgos para la salud. Si los convidados fueran los periodistas, allí sí sería un asunto de estricto debate ético.

Como también es un asunto de ética el hacer una grabación de forma subrepticia y luego “colgarla” en las redes sociales. Me refiero a la acción de Jhonny de grabar a los ediles sin su consentimiento, y luego a la decisión de “subir” el video a las redes sociales sin su asentimiento.

¿Se requería consentimiento y asentimiento para estas dos acciones? Podría pensarse que no por su condición de hombres públicos, pero prefiero pensar que sí porque así dice el código ético que nos rige como personas, primero, y como periodistas, después. La inquietud de Jhonny se solventaría con que los ediles hagan una pausa para almorzar o merendar, para que en la sobremesa puedan seguir con atención a su compañera legisladora y su propuesta de reformar una ordenanza para las personas que trabajan en los mercados.

Hasta el Gran Hermano requiere de una licencia para andar por allí, con cámara en mano, documentando lo que él considera que está bien, y lo que está mal.

Es mi opinión.

martes, marzo 01, 2011

Una prótesis para la agresión policial a los derechos


Cuando la Policía de Guayaquil presentó a los “presuntos” responsables de la muerte de dos miembros de sus filas, personalmente me llamó la atención que al menos uno de ellos calzara un cuello ortopédico.

Vaya –me dije- un operativo "movido" y accidentado con los sospechosos, pero al menos les ofrecieron atención médica.

En un par de ocasiones había visto similares atenciones con los detenidos. Pero hoy lo he confirmado: la Policía coloca esta prótesis para evitar que los sospechosos –entiéndase personas libres de culpa hasta que se les demuestre lo contrario- bajen sus rostros ante los paredones de “fotógrafos de prensa” que acribillan con sus disparos a quienes los uniformados les pone por delante, para que satisfagan sus “necesidades de información”.

En Tulcán, provincia de Carchi, los usan con mucha frecuencia. Absorto, escucho el relato de una periodista que asistió a una rueda de prensa de la Policía que presentaba a unas “mulas” detenidas con droga: “una de ellas tenía holgado el cuello ortopédico por lo que bajaba la cabeza con facilidad; un coronel, interrumpiendo la rueda de prensa, se le aproximó y mientras le gritaba ¡levanta la cabeza!, la tomaba del cabello y la halaba hacia atrás”.

¿Y la prohibición de la Fiscalía General de la Nación en torno a la presentación ante la prensa de involucrados en investigaciones?

¿Y los códigos de ética que dicen tener los medios de comunicación que proclaman como innecesaria una ley que les exija responsabilidad ulterior?

El maestro de ética, Javier Darío Restrepo, se refiere extensamente al tema en su consultorio ético (¿Cómo manejar la identidad de personas detenidas por las autoridades?) exponiendo razones como la siguiente:

“La persona involucrada en una investigación judicial tiene el derecho a su buen nombre mientras no sea declarada culpable por un juez. Quizás esta sea la razón por la que los detenidos aparecieron encapuchados; una burda manera de preservar su identidad. En otras partes no se hace de su detención un espectáculo y, por tanto, no se convierte en evento para la prensa.”

Pero mientras el mensaje llega a los periodistas acríticos y a los policías inescrupulosos, seguiremos observando a sospechosos con cuellos ortopédicos.

Una mancha más al tigre uniformado llamado Policía.