martes, junio 17, 2008

La carta



He recibido una carta, tímidamente grapada y sin sobre, dejada en la garita del Diario. La firma un "periodista página policial" (sic) llamado César Padilla, que asumo, no me consta, es el autor de un par de notas que he propuesto para un foro de discusión tanto en este blog como en el aula virtual de la Universidad Técnica Particular de Loja, UTPL, sobre el vicio de no consultar a las dos fuentes involucradas en casos de confrontación.
Mi afán, en este espacio, es que sigamos aprendiendo, con humildad. Por ello, en anteriores foros he ejemplificado con mis propios errores, porque no quiero dar la impresión de ser un experto en el oficio. La intención es que reflexionemos juntos.
Deduzco que el señor Padilla no ha logrado visualizar esta página, o dejar un comentario, y por ello envió la carta en papel.
Este es un tema que actualmente lo tratamos en un foro de la UTPL: los nuevos medios y la tecnología al servicio de los periodistas. Interesantes aportes y un solo consenso: no debemos tenerle miedo a la tecnología, debemos asumiarla y ponerla a nuestro servicio.
Pero no nos alejemos del tema. Como hay que aprender de todo, dejo constancia a continuación de las lecciones que me ha ofrecido la misiva del licenciado Padilla:
- Dice que le agrada saber que soy uno de los 23 mil lectores diarios de El Mercurio, y que "su diario -EL TIEMPO- nunca lo leo". Sí, en realidad admito que lo primero que leo, y a veces la noche anterior en la página WEB, es El Mercurio, pues lo asumo como una obligación de mi parte. Todos debemos leer los periódicos de la región no solo por el hecho de que somos competencia, sino por una obligación moral con nuestros lectores y nuestra propia formación.
- Dice que está conciente de que la competencia es buena y por ello: "espero que pongan todo empeño tratando de superar mi página, ese seria un reto para mi. Es aburrido ser siempre el primero siempre y en todo". (sic) Esto me parece arrogante, pues, como dice el escritor y periodista Rubén Darío Buitrón, no hay competencia pequeña y siempre hay que tenerle respeto.
- Dice que una cobertura hecha en un incendio está en un concurso de periodismo de alto riesgo en Bolivia. y que "está entre los finalistas". En este caso recomiendo leer el comentario "El premio del periodista es su trabajo" que está en esta misma página.
Finalmente, y eso prefiero comentarlo en otro espacio más amplio, se refiere a una aclaración pública realizada en este Diario por un grave error de una periodista. Aquí le doy la razón: no hay que echar las culpas de nuestros males a otros. Cuando un periodista se equivoca, el primer responsable es el periodista que deslizó el error. Lo dice Àlex Grijelmo.
Esta contestación no es porque se trate del señor Padilla, a quien no conozco, sino porque la carta nos da otra oportunidad de seguir aprendiendo.

Y usted qué opina?

1 comentario:

Rosana dijo...

Coincido con la existencia de ciertas arrogancias en la misiva del periodista Padilla, que considero son innecesarias cuando entramos a debatir sobre nuestro nada fácil oficio.
Creo que la discusión va más a allá de tal o cual nota publicada y que mas bien debemos centrarnos en la calidad de la información que ofrecemos, y qué mejor que nuestro trabajo sea motivo de reflexión. Si no analizamos y somos autocriticos, será necesario entonces que alguien mas lo sea. Solo reconociendo nuestras fallas podremos ser cada día mejores.
En cuanto a la publicación o no de la nota, todo está en la forma en la que construimos la información. Claro está que no podemos ser objetivos...nunca...la objetivida dno existe...pero siempre
es posible describir los hechos evitando adjetivizar, culpar...eso vendrá después cuando tengamos como se dice todas las versiones sobre lo acontecido.
Crónica Roja no es fácil, todo lo contrario es uno de los trabajos más difíciles dentro de una redacción, y lo digo por experiencia. Ahí el reto, aprender de nuestro trabajo diario y sobretodo pensar siempre en los demás, en quienes estan involucrados en la información, en sus familias, en las consecuencias de nuestra información en sus vidas.