miércoles, julio 21, 2010

Verificar no es un arte


Sí. Se podría llamar el arte de verificar. Pero éste no debe ser un arte,sino una obligación.

Verificar todo. Hasta el más elemental de los datos para que luego los políticos no nos restreguen en la cara una ley que sanciona a quienes no verifican.

Una mañana, luego de un curso de capacitación con los redactores de Diario EL TIEMPO, doy en una intersección con un hombre de unos 45 años que exhibía su pericia en el manejo del balón: hacía "cascaritas" con la cabeza, bailaba, caminaba, todo con el balón saltando sobre de su frente a la mollera.

"Este es un ex jugador profesional", me digo y enseguida lo abordo. Le confieso que el deporte no es mi fuerte, que desconozco de nombres, hazañas, fechas... Pero que me interesa su historia.

Entonces empieza una larga entrevista, en la que repasa sus glorias en los mejores equipos ecuatorianos; sus relaciones con dirigentes y dueños de clubes; sus partidos "y goles de media cancha" en Copa Libertadores de América. Y me dice su nombre: Oswaldo "chacha" de la Cruz, más conocido como el "Zurdo de Oro".

Emocionado, y antes de que las pasiones desaparezcan, me siento frente a mi computador y de un tirón redacto una crónica sobre el "chachita" atrapado entre los semáforos.

Terminado el texto, recuerdo aquella obligación de todo buen periodista. Entonces empiezo a verificar: ninguno de los datos ofrecidos por De la Cruz (si ese es su nombre) coincide con lo que encuentro del verdadero "chachita". Un ex compañero me ayuda con la ficha de la Federación Ecuatoriana de Fútbol y la vereficación se completa con la fotografía del verdadero "Zurdo de Oro". Se decidió no publicar la nota.

El pasaje coincide con otro ocurrido en el 'The Angeles Times', cuando el reportero J.R. Moehringer publica en una edición dominical del año 2007, una crónica de un peleador callejero que se hace pasar por el mítico Samuel L. Jackson. La historia fue llevada al cine con el nombre "Resucitando al campeón" y hoy es una cinta obligada para todo estudiante de periodismo.

La verdad es que me apenó que la historia no haya sido cierta. Y que este "Zurdo de Oro" recurra a esas argucias para colarse a los medios. Pero al mismo tiempo el trabajo no publicado permitió ilustrar el valor implícito de la verificación.

La historia de "chachita falseta" sí caló en un reportero del diario local El Mercurio, que publicó una nota titulada: Las esquinas se lucen con la magia del “zurdo de oro”.

Definitivamente, gajes del oficio.

2 comentarios:

José L. Arnal dijo...

Interesante cuestión. Me gustaría plantear cuando se produce en sentido contrario, y para ello, ahí va un ejemplo: Tengo un amigo de Cuenca, de profesión Ingeniero Civil. Hace unos meses quedó el primero en un concurso para realizar un proyecto en un Municipio del oriente cuyo nombre omitiré.

Pero antes de adjudicarle oficialmente la obra, un personaje sobradamente conocido en aquellos lugares, se le presentó y le exigió como condición el 20 por ciento del dinero que el Municipio le iba a pagar por realizar ese proyecto. En otras palabras: o el 20%, o la obra era para otro. No había más elección.

Desgraciadamente este no es un caso aislado en la adjudicación pública de obras. Me atrevería a decir, según asegura mi amigo, que es una práctica común. Por supuesto, no hay prueba alguna de esta extorsión, pues estos fulanos se cuidan de que todo sea de palabra y de que no quede constancia documental.

Mi pregunta es: ¿debe un periódico publicar estas prácticas mafiosas, que, a ciencia cierta existen, aunque no quede evidencia de las mismas? O por el contrario, no se puede publicar nada de este asunto hasta que no exista un documento o una declaración grabada de estas prácticas ilegales.

Dejo la pregunta en el aire. Saludos. José Luis

Ma.Belén Banegas dijo...

Buenos dias
La historia que nos presenta en el artículo, es como para no creer, pero como Ud. lo dice es un trabjo que le permitió averiguar los verdaderos datos del "Zurdo de Oro"; VERIFICAR debería ser uno de los elementos fundamentales no solo para los periodistas sino para toda la gente, nunca hay que adelantarnos a los hechos sin antes verificar, porque no solo corremos el riesgo de ofender a alguien ,sino que podemos poner en riesgo nuestra integridad como periodistas al publicar algo incorrecto o que no sea cierto.